domingo, 27 de abril de 2025

SOEZ COSA ES UN CLAVO (20)


 

XX

 Estaban don Alonso y los suyos dispuestos para partir a Polop a ver a don Diego Fajardo, cuando se llegó hasta ellos precipitadamente Tariq.

—¡Ha despertado! ¡El náufrago ha despertado! —gritó el musulmán.

Jadeante, pues venía corriendo desde la casa de Leví, comunicó la noticia a los caballeros.

Trocó don Alonso sus intenciones y fueron a visitar al enfermo recobrado.

La casa de Leví era una vivienda amplia. Una entrada daba acceso a cuatro dormitorios, una amplia cocina y un comedor respetable, con chimenea en el centro de un lateral de la pared. Otra habitación, hacía las veces de consulta del médico. En un costado estaban las caballerizas y en uno de los laterales de ellas, un cañizo permitía el criar gallinas y conejos en aquel lugar. Un poco más allá, aparecía una cochinera. No sería de uso de Leví.

En el cuarto de la derecha, conforme se entraba a la casa, estaba el náufrago. Y había despertado, sí. Pero no recordaba nada. Absolutamente nada.

Lo primero que vio fue el semblante de Jimena. Estaba inclinada sobre su rostro en ese momento, aplicándole una cataplasma. Ella se sorprendió al ver que abría los ojos.

—¡Ah!  —exclamó Jimena, ¡se ha recobrado!  ¡se ha recobrado!

El náufrago no dijo palabra. Tardó unos minutos en reaccionar, ante una situación que no controlaba. No sabía dónde estaba, ni quién era aquella hermosa mujer que, al parecer, le atendía.

Y no hablaba.

Hasta él, se acercaron también Raquel y Leví. Éste le tomó por la muñeca y le controlo los pulsos. Parecía normal. Un poco acelerado, pero normal.

Los caballeros entraron, junto con sus escuderos, a la casa. Don Alonso se adelantó y contempló al náufrago.

—Sed bienvenido —le dijo el santiaguista. Que Dios Nuestro Señor sea alabado por vuestra recuperación.

—Gracias, señor —respondió desde la cama, con un hilo de voz, el náufrago.

—¿Cómo os llamáis? —preguntó don Alonso.

—No lo sé, no lo recuerdo. No recuerdo nada.

—Id más atrás. ¿Recordáis vuestra infancia? —le inquirió el judío.

—No. No consigo saber nada de mi pasado.

—Sin duda es una amnesia retrógrada —afirmó el médico— fruto de algún golpe en la cabeza que se diera con el impacto con la nave. Ha perdido todo vestigio de su pasado. Debe descansar. Quizá se recupere en unos días. No lo sé.

—Dejémoslo sosegar su despertar. Es muy pronto, sin ninguna duda —afirmó don Alonso. Está en buenas manos.

Don Alonso y demás caballeros, marcharon hacia Polop, a poco menos de media legua. A la cabeza, don Diego de Tudela, con el pendón de Fajardo y don Sancho de Cehegín, con el de don Juan de Soto: sobre azur, águila de sable bicéfala. Tras de ellos, Fajardo y Soto, y más a la cola, los demás caballeros, escuderos y las lanzas de escolta de don Juan. Era una comitiva pequeña, mas deslumbrante.

Polop era un castillo rocoso imponente. En doble círculo estaba coronado por la Torre del Homenaje, en la celoquia, que era la residencia del barón de Polop, don Diego Fajardo y Díaz de Mendoza, pariente de don Alonso.

Les esperaba don Diego en la puerta Sur del castillo, a caballo. Al llegar la comitiva, descabalgaron ambos Fajardo y se fundieron en un sincero abrazo.

—Bienvenido seáis, don Alonso —dijo don Diego— y demás caballeros.

—Os damos sinceramente las gracias —respondió don Alonso. Y hacemos preces a Dios Nuestro Señor porque os conserve muchos años.

 Desmontó al tiempo don Juan de Soto, que le rindió pleitesía a don Diego Fajardo, barón de Polop y señor principal de Benidorm. Y entraron todos en la villa.

Después de despojarse de las armaduras ligeras, y quedarse cómodos, los visitantes celebraron una reunión con don Diego.

—He propuesto a Don Alonso como mi lugarteniente en Benidorm y que se encargue de la vigilancia contra los piratas —comunicó don Juan de Soto a don Diego.

—Y habéis aceptado ¿no es cierto? —interrogó don Diego.

—Así es. Creemos que nos servirá de ocupación a la par de ser garantes de la seguridad del lugar —respondió don Alonso.

—Os doy pues mi consentimiento —contestó don Diego. Os deseo mucha suerte en vuestra nueva misión y que Dios Nuestro Señor os de luz y fuerzas para cumplirla.

—He de juramentarme como aragonés y me gustaría hacerlo ante vos, don Diego —dijo don Alonso.

—Muy bien —contestó. Si os parece, dejaremos pasar las fiestas de Pascua y, el primer domingo después de la Epifanía de Nuestro Señor, la celebraremos.

—Bien que me place, don Diego.

Continuaron los nobles planificando la defensa de Benidorm y, a medio día, sirvieron un almuerzo sobrio, propio de Santiago, pero suficiente para mantener la capacidad de esfuerzo y de trabajo y, tras de el mismo, se dio por finalizada la visita de cortesía y la reunión.

Se despidieron cortésmente, regresando a Benidorm unos y, sin pasar por la villa, don Juan de Soto, con su séquito. Se dirigió a Alicante, donde haría noche, camino de Murcia.

Era el último día del año de Nuestro Señor de mil cuatrocientos sesenta y uno.

 

(Continuará...)

2 comentarios:

  1. Conchita, no te imaginas cuánto agradezco tus comentarios. Creo que no nos conocemos personalmente, soy Juani de Maya Espín, pero somos ambas lectoras de Gregorio Piñero, el autor de esta novela.
    A lo largo de los capítulos, observo que el escritor refleja la vida austera de los caballeros de la Orden de Santiago. En este capítulo también hace mención al almuerzo que comparten en Polop, que era "suficiente"...es esta novela una obra que me tiene "en vilo", y además proporciona conocimientos históricos, geográficos, de costumbres, sociales, etc. Hoy me quedo con la intriga, quién será el naúfrago, podría acercar la identidad de este, al perdón del rey sobre el protagonista Don Alonso "El Bravo".

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  2. Pues realmente mis comentarios, Juana, no aportan como los tuyos un análisis tan exacto del capítulo. Así que gracias a ti.
    Es interesante el relato de Gregorio al reflejar de una forma erudita y documentada unos tiempos convulsos como son los de la España del siglo XV.
    Seguiremos los avatares de don Alonso y de los demás protagonistas de esta historia, según el autor quiera hacer con ellos.

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