jueves, 5 de junio de 2025

SOEZ COSA ES UN CLAVO (32)


 

XXXII

Estaban solos en el refectorio don Alonso y Rigoberto. Le había dictado dos correos: uno a su hijo Gómez Fajardo, comendador de Socovos y al que el rey le había perdonado, transmitiéndole su contento y enhorabuena, dándoles también noticias de su madre; y, otro a su buen amigo Lope de Chinchilla, a quien apoderó ante Enrique IV en una ocasión, para darle noticias propias.

—Señor don Alonso —le llamó la atención Rigoberto una vez finalizado de escribir— hay algo que quiero preguntaos hace tiempo: ¿por qué lleváis en el pecho la cruz de cuatro brazos, como la que hay en Caravaca, en vez de la de Santiago?

Se refería a la cruz que lucía “El Bravo” bordada en rojo  en su hábito y que le había hecho ganar el apodo del “caballero de la cruz bermeja”.

Porque es representación de la que está fabricada con el madero de la Verdadera Cruz en la que murió Nuestro Señor Jesucristo que se guarda en Caravaca —respondió don Alonso.

—¿Cómo lo sabéis? —inquirió el escudero.

Porque es la que trajo de Tierra Santa, fray Pere de Montagut.

 —¿Quién?

—El decimoquinto maestre de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón —dijo, con toda pomposidad, don Alonso.

—Era el provincial de Aragón desde 1207 cuando, hacia 1219, fue elegido Maestre, tras la toma de Damieta, en Egipto —prosiguió. Y los templarios tenían el derecho a entrar en batalla portando el lignus crucis, por lo que Montagut se hizo fabricar con unos de sus fragmentos, una Cruz que representase la dignidad maestral, con los dos brazos, como la de los arciprestes y patriarcas.  Pues es un signo de jerarquía, siendo un brazo la de los obispos y tres brazos los de su santidad el papa, como se observan en sus báculos respectivos.

La hizo construir de un tamaño apropiado para situarla en la corona del mástil del bauçán templario, a modo de galleta o sombrerete y, de este modo, se entraba en batalla con la bandera templaria y la Vera Cruz a la vez. Muy ingenioso.

—¡Qué extraordinario! —exclamó Rigoberto.

—Mas las circunstancias le fueron adversas y, pese a ser un valiente y hábil guerrero al decir de las crónicas, tras sufrir algunas derrotas, abdicó del maestrazgo en 1232 y regresó a Zaragoza, donde su hermano era arzobispo.

—¿Y portó la Vera Cruz hasta Zaragoza? —preguntó el escudero.

—Efectivamente, así fue. Allí se puso a las órdenes del rey don Jaime y le hizo muy buenos y grandes servicios, por lo que en 1238 le fue otorgado el señorío de Carlet, Alcudia y Benimodo con sus villazgos y castillos.  

Conservó la Vera Cruz y, cuando en 1266 se reconquistó Murcia, después de la revuelta mudéjar, y le fue otorgada al Temple la bailía de Caravaca, decidió que el bauçán con la Santísima Cruz de Nuestro Señor Jesucristo, quedase en su castillo, bajo la custodia de su baile Bermudo Meléndez, por ser el más fronterizo y haber más oportunidad de entrar en batalla —terminó de explicar “El Bravo”.

Al disolver el papa Clemente V la Orden del Temple, en 1307, se hizo desparecer todo vestigio de ella. La Santa Cruz, fue retirada del pendón templario, que fue destruido y guardada en un pequeño cofre, para que pudiese recibir culto. Y los documentos que lo acreditaban, se quemaron cuando los moros nos incendiaron el castillo. Hace unos años, el maestre de Santiago, Suárez de Figueroa, ante el mal estado en que se encontraba el arca y su escasa dignidad para su fin, la cambió por la que visteis, de gran hechura.

Quedó Rigoberto perplejo. Atónito. No podía imaginar que ese fuere el verdadero origen de la Cruz de Caravaca.

—Y, además, es muy milagrosa. Ha hecho verdaderos prodigios. Ha vencido al dragón y ha amasado rayos, como cuando, estando yo en el castillo, una gran tormenta se desató e iba a caer un rayo en la Torre de la Cruz mas, milagrosamente, se hizo como un globo que la rodeó y explotó en el aire, sin hacer daño alguno.

Y habéis de saber que padeciendo una gran plaga de langosta el término de Murcia, el concejo pidió a Caravaca que bendijese agua la Santísima Cruz y se reportara una carga para que se derramase entre las heredades de la huerta, a fin de combatir al temible dragón. Comisionaron a Pedro Çelrrán, jurado calvario de Murcia. Se tomó agua bendecida por su contacto y, una vez repartida por las acequias, en unas horas la plaga remitió. Otro milagro, replicado en Lorca y Totana.

Y eso muestra, junto con infinidad de curaciones, que es la auténtica y Vera Cruz. Por eso la luzco, y a mucha honra, en mi pecho —concluyó don Alonso, solemnemente.

Rigoberto le agradeció las explicaciones y pensó que, cuando fuese armado caballero, también la haría bordar en su pecho.


(Continuará...)

2 comentarios:

SOEZ COSA ES UN CLAVO. AGRADECIMIENTOS.

      AGRADECIMIENTOS  En primer lugar, quiero agradecer a mi buen amigo don José Ribero, la magnífica portada que ha confeccionado para...